Final


Para quien ha sentido que la poesía no es solo un canto, sino un lamento que se aferra a la  vida desde el mismo corazón de la muerte. Para quien entiende que algunas despedidas son en realidad eternidades disfrazadas de adiós, y que hasta en el último susurro late el fuego de lo que nunca se irá. Que estos versos sean la tumba visitada, la flor dejada con cuidado, y el réquiem que, en lugar de apagarse, sigue ardiendo en la memoria de la noche.


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