Para quien ha convertido el amor en un rito sin dogmas, y el cuerpo, en un altar donde lo prohibido se vuelve plegaria y relámpago. Para quien escribe con sudor, bebe versos de la piel y estremece el alma con la memoria del tacto. Que estos versos sean el sacrilegio glorioso que recuerde que amar, en su forma más salvaje, es la única devoción que no pide perdón.
Para ti, mi Pantera Negra.

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