Para quienes han habitado ese instante sagrado donde el tiempo deja de medirse, y el silencio se convierte en verbo, el cuerpo en altar, y el alma en llama que renace en el éxtasis compartido. Para quienes saben que en el encuentro más profundo se revela lo divino: en la entrega, en el temblor, en el silencio que canta y en la piel que se hace eternidad. Que estos versos sean el testimonio de que el amor, cuando es verdadero, no solo transforma los cuerpos: transfigura el alma.
Para ti, mi Pantera Negra.

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